Volver de Italia era un fastidio, pero mis hermanos habían roto EL código. No, no solo se trataba de un código de hermanos de mierda, sino de “EL código de hermanos”, al estilo Steel para siempre.
Jase y Cyrus, mis mentores sexuales, estaban sentando cabeza.
Necesitaba volver para recordarles lo que podía suceder cuando el corazón sobrepasaba a la polla y la enorme responsabilidad que eso conllevaba.
Necesitaba recordarles que el coño era para mimarlo y saborearlo, no poseerlo.
Después de mi regreso y mi primer día en la tienda de tatuajes, eché el código de hermanos por la borda tan pronto como vi a esa belleza sureña de sonrisa dulce y curvas que deberían venir acompañadas de una advertencia.
Esa gatita tenía garras afiladas.
Bekah.
Fastidiada de todos los hombres con problemas de poder y control en vida, decidí volar del nido para comenzar de nuevo.
Aterricé en una tienda de tatuajes. Mi currículum estaba lleno de mierda y coqueteo innecesario.
En cuanto Zandor Steel entró por la puerta y su mirada se encontró con la mía, supe que sería mi perdición.
Él era el sexo en persona, tenía un atractivo natural de alfa que cualquier mujer encontraría absolutamente irresistible.
Mala suerte para él, pues yo estaba haciendo una dieta.
La Dieta sin polla.
No tardé mucho en darme cuenta de que alfa y gilipollas eran atributos no incluyentes, al igual que sexo y sensualidad.